sábado, 1 de diciembre de 2012

El número diez.


Su escritura es soberbia , sibarita, "bon vivant" aunque retrogrado en esa añoranza de lo antiguo, lo viejo, la madera y el barro, la Catalunya  de las masías fuente de toda vida, el noucentista arrogante, sibilino y petulante, el viajero, el periodista , el escritor grandioso, el chabacano, el intolerante, el recalcitrante ,el borracho.
Hoy su inmensa obra, su extraordinario legado queda mancillado, tendremos que leerlo con prudencia, conservando una cierta distancia, sin implicarnos en demasía ya que sus acciones nos pueden manchar.
Ciertamente no deberíamos permitirlo si solo fueran simples convicciones, ya que las ideas sin compromiso de sangre solo moldean el carácter y eso es detectable he incluso aceptable.
González-Ruano o de Foxá  nunca ocultaron su aprecio al régimen y en sus rotundos escritos subyace el estricto respeto por un orden establecido,  tiempos oscuros, grises como la posguerra que les toco vivir y lo relataron a su manera; la  del vencedor vencido por la sordidez de un país aniquilado, empobrecido.
 Sus manos están limpias, sus almas quizás turbias pero ¿quien no esconde algo de oscuridad en su pasado? cuando ese pasado coincide con una guerra; el miedo, la miseria, que se sepa no participaron en la atroz escabechina, la aprobaron en parte pero no la impulsaron,solo la consintieron desde su intelectualidad que no es poco......
Eso lo podemos juzgar , el tiempo lo hace, pero los escritos prevalecen inalterables, están ahí por si alguien los necesita, por si alguien quiere recorrer, revivir aquellas ideas,  aquella España.
Pero Pla no!! el se tuvo que implicar, tuvo que meter las manos en el fango, sus ideas lo llevaron a olvidarse del escritor y a convertirse  en soldado en la sombra, sin uniforme ni honor.
Paseaba por la Canebiere; barrio portuario de Marsella como lo hizo por su amada Catalunya; holgazaneando,  tomando notas  y postulando con esa escritura inconmensurable que lo haría grandioso.
Aunque  por el puerto focense lo hace anotando matriculas marinas, va y vienes dudosos, mercancías destinadas  a una república condenada , a su Catalunya maltratada , esquilmada , asesinada.
No solo fueron las vidas posteriormente angustiadas sin el trigo prometido y necesario , el acero para la industria y la defensa de las ciudades, no!!! por cada navío hundido decenas de vidas  perecieron , he ahí su pecado. Para Sentís fue un juego, una aventura; "la joie du danger" pero ¿que fue para Pla?; ¿ por que llevar sus convicciones hasta oler la muerte? , antes asesino que escritor o escritor a pesar de la sangre vertida. Como se puede relatar con tanto talento sobre su casa, su tierra, los recuerdos de infancia, el mar, los viajes en tren con la lentitud del párrafo vivido , sentido hasta la médula y ser a la vez culpable, verdugo en parte de todo aquello que amaba.
Es cierto que el tiempo lo ensucia todo , ya sea por que el polvo que se deposita , el moho que lo corrompe o la verdad que se cristaliza como escarcha penetrante, pasado los años nadie esta a salvo ya que nadie es perfecto pero el juez de los días es inmisericorde con aquel que lo quiere parecer , con el que se disfraza .
Podemos seguir gozando de sus textos;  con sus manías , sus visiones de una vida inagotable de placeres al alcance del que sabe disfrutarlos o el espía de Franco responsable de míseras muertes en el mar lo emborrona todo, ¿el fanático mata al escritor?.

En el articulo a continuación publicado; Josep Vergés amigo y editor niega con vehemencia las realidades expuestas en 1994, tiempo después (2010) en un documental del canal Historia ; Los espías de Franco se corrobora dichos datos con documentación de los servicios de información franquistas; en una lista en la cual toda la red aparece numerada  por ciudades ,consta que a Marsella le corresponde el 7,8,9 y 10 , este ultimo es Josep Pla y el nueve Carles Sentís; periodista y político responsable en parte del regreso de Taradellas  a Catalunya.......... director general de coordinación informativa del ministerio de información y turismo con Adolfo Suárez, diputado, consejero sin cartera de Jordi Pujol y para mayor deshonra de nuestra joven democracia; medalla del merito a trabajo a propuesta del ministro socialista Celestino Corbacho : todo un superviviente!!!!




EL PAÍS (1994)

La filóloga Cristina Badosa ha dedicado cinco años a investigar la vida del escritor ampurdanés Josep Pla en el periodo comprendido entre 1927, cuando regresó de un primer exilio en la dictadura de Primo de Rivera, y 1939, cuando volvió a Cataluña al final de la guerra civil. Badosa, que aporta en su tesis doctoral una nueva visión del escritor, publica sus conclusiones en un libro de inminente aparición, Josep Pla: El difícil equilibri entre literatura i política (Curial)."Pla no fue durante ese tiempo en Marsella un espía menor", asegura Badosa.
Fue una época básica en la formación de Pla (1897-1981), ya que es en los años 20 cuando se inclina hacia el catalanismo conservador y es en 1937, exiliado en Marsella, cuando ejerce de espía a favor del bando franquista. "A través del Sifne (Servicio de Información del Nordeste de España), se enviaba información a los submarinos italianos que después torpedeaban los barcos que transportaban armas desde Marsella a España". "Lo que hacían Josep Pla y Carles Sentís", añade, "era ir al puerto de Marsella, entablar conversación en los bares con los marineros y apuntar las listas de entradas y salidas de los barcos. Después, desde la oficina del Sifne, se mandaba la información al yateCarmen; luego se enviaban los datos a la base italiana de Mallorca, de donde salían los submarinos que torpedeaban a los barcos que transportaban material para la España republicana. Hubo muchos bombardeos; a veces salía a barco diario". Aunque ya se había dicho que Josep Pla había espiado en Marsella en contra de la República, en las dos biografías del escritor publicadas hasta ahora no se abordaba ese extremo. El libro de Badosa tiene la particularidad de desmentir a quienes trataban de reducir las labores de espionaje a unas actividades puramente burocráticas. Para redactar su tesis, Cristina Badosa ha partido de sus conversaciones con Adi Enberg, que fue compañera del escritor, y de sus investigaciones en los archivos de la Prefectura de Marsella y del Ministerio del Interior francés.
Josep Pla y Adi Enberg llegaron a Marsella en septiembre de 1936, huyendo de la guerra civil. Fue allí donde entraron en contacto con el empresario Josep Bertran i Musitu, que había creado el Sifne para ayudar a las tropas franquistas. "Bertran propuso a Pla y a Adi colaborar con el Sifne, que les proporcionó un piso espacioso que servía de tapadera y de vigilancia al lado del de la organización", señala Badosa.
Las actividades del espía Josep Pla terminaron, según se indica en el libro, en agosto de 1937, después del hundimiento del barco británicoBritish Corporal por los alemanes. "A partir de ese momento, el Gobierno británico presionó par a que las autoridades francesas impidieran el espionaje, y la gente del Sifne cerró sus oficinas en Marsella y las trasladó a Biarritz".
El editor Josep Vergés, que inició en la editorial Destino la publicación de los 45 volúmenes de la Obra Completa de Pla en 1966, ha reaccionado con incredulidad ante las acusaciones de Badosa. "No sé si era un espía o no", dijo Vergés. "No hablaba nunca de esa época. Que era un catalanista conservador, eso lo sabe todo el mundo, pero decir que era un espía me parece muy fuerte. Creo que preguntar después de 60 años si Pla era o no un espía es un poco absurdo".
Josep Vergés, que fue gran amigo de Pla y que continúa en posesión de los manuscritos del escritor ampurdanés, publicó en el volumen número 45 su Imaige de Josep Pla, pero no descarta volver a escribir algo más. "Mi oficio no es el de escritor, pero si se dicen muchas barbaridades sobre Pla es probable que vuelva a escribir algo sobre él".


EL PAÍS 2010


Un elemento clave de la victoria de Franco en la Guerra Civil fue la red de espionaje que el dictador infiltró en Francia. Este episodio olvidado de la contienda que asoló España desde julio de 1936 a abril de 1939 es el punto de partida de Espías de Franco, un documental que coproducen TV-3, TVE, Canal de Historia y France 3. El canal autonómico catalán estrena esta noche la producción y Canal de Historia (dial 64 de Digital +) lo hará el 22 de mayo (16.00).
A través de material inédito se explica qué clase de espías eran, cuáles eran sus actividades y qué ayuda obtuvieron de Hitler y de los grupos de ultraderecha. Dirigido por Xavier Mon-tanyà, periodista y autor de documentales (Winnipeg)Espías de Franco ha buceado en los archivos de la policía francesa, que durante la II Guerra Mundial fueron trasladados a Berlín y después a Moscú, y que volvieron a Francia hace pocos años. Estos archivos han sido contrastados con los del ejército franquista en Ávila. Así, se podrán ver los números clave de los espías, como el 010 de Josep Pla, los telegramas secretos que enviaban al Gobierno de Burgos detallando objetivos a bombardear o los atentados en Francia para culpar al Gobierno de la República.
Espías de Franco cuenta con el testimonio de Cristina Badosa, biógrafa de Pla, que habla del cometido del escritor en Marsella. "Se encargaba de la vigilancia del puerto; de la entrada y salida de los barcos y hablaba con la tripulación. Inspiraba confianza".
Con un formato que mezcla la investigación histórica con el thriller, sigue la historia de Josep Bertran y Musitu, Jorge Utrillo, José Quiñones de León y José Campos,que responden a cuatro tipos diferentes de espías. Desde el hombre de negocios que apoya a Franco al aristócrata con buenas relaciones alemanas e italianas.



"Avaro, sucio, maleducado y gorrón"

"Se llevaban muy bien, pero a Josep Pla no le gustaba una mujer que no cocinara y que hablase libremente con sus amistades", explica Cristina Badosa refiriéndose a la relación entre el escritor ampurdanés y la noruega Adi Enberg, que fue su compañera entre 1927 y 1939." Era una mujer de gran nivel. Hablaba siete idiomas y recuerdo que en los últimos años de su vida recitaba a Rilke y aPoe", dice Badosa. "Me contó que Pla era avaro, sucio, maleducado y gorrón, pero también un gran escritor".
Después del hundimiento del British Corporal, en agosto de 1937, Pla se fue a Roma, mientras que Adi pasó a ser secretaria de Francesc Cambó, el fundador de la Lliga Regionalista -partido conservador catalán-, y siguió informando contra la República.
"Pla como espía era un desastre, era un bocazas que siempre metía la pata; Adi, en cambio, era una buena espía. Nórdica, fría y calculadora, aunque también sentimental", asegura.
En una entrevista con el fallecido poeta mallorquín Josep Maria Llompart, el propio Pla "entre lágrimas llegó a decir que lamentaba mucho lo que había hecho durante la Guerra Civil", añade.
La política alejó a Pla de su trayectoria literatura. "Cuando regresó del primer exilio, en 1927, tuvo un cambio literario y existencial. Vio que debía hacer unas vastas memorias, porque si no su obra no adquiría coherencia. De todas maneras no las hizo hasta concluir la guerra porque se dejó llevar por el entusiasmo del despertar político. Se dejó seducir por Cambó, representante de lo que él quería hacer en literatura: el realismo, el pragmatismo, el tocar con los pies en el suelo", concluye.